Iglesia (edificio)
Tras la muerte y resurrección de Jesucristo, en el tiempo de los apóstoles posterior a Pentecostés, los cristianos de las primeras comunidades se reunían con frecuencia para proclamar las Escrituras, para escuchar la predicación de los apóstoles y ministros de Iglesia y para celebrar el sacramento de la Eucaristía. Los primeros lugares de reunión eran casas privadas. La expansión del cristianismo dentro del Imperio Romano, la estructuración del clero y de las iglesias locales llevó gradualmente a la construcción de edificios destinados exclusivamente a la oración y a las reuniones de la comunidad cristiana. Una iglesia es, entonces, un espacio sagrado donde los creyentes se reúnen para orar en torno al altar donde el sacerdote celebra la eucaristía, el sacrificio de Cristo, muerto y resucitado que se da como alimento a los fieles. La iglesia es «Casa de Dios» porque en ella se celebran la Eucaristía, en ella vive el Señor con su presencia real en el Pan consagrado. En los primeros siglos del cristianismo, los planos de las iglesias occidentales se inspiraron con frecuencia en la arquitectura civil. Para el tiempo de la cristiandad medieval, ya se había desarrollado una arquitectura religiosa propia. Surgen entonces diferentes estilos arquitectónicos y formas para acoger en un edificio a la Iglesia: el pueblo de los llamados por Dios a vivir con Él.